Christoph Graf
El repentino fallecimiento de Christoph Graf el 30 de noviembre de 2019 fue completamente inesperado. Una persona que participó en uno de sus seminarios, que impartió once días antes, comentó que él había dado los contenidos con tanta vitalidad e intensidad que era imposible pensar en un fin tan abrupto.
A la hora de la despedida, se le vio con rostro relajado y sereno que, como siempre, expresaba muchas cosas a la vez que guardaba silencio de muchas otras. Sus manos aun dieron testimonio de la fuerza irradiante de su euritmia.
La euritmia como impulso cultural
Nacido en Winterthur (CH), después de estudiar música (flauta), encontró el camino a la euritmia a una edad temprana. Lea van der Pals fue su profesora, su compañera en el Escenario del Goetheanum. En 1986 ella le traspasó la responsabilidad para la Escuela de Euritmia, de la que fue director hasta 2002. Su estilo de enseñar era inspirador y basado en el respeto al desarrollo autónomo de los estudiantes. Su intención siempre fue abrir nuevas puertas, provocar dudas e iniciativas, y despertar el entusiasmo por la investigación ulterior.
Sus cursos para legos interesados fueron tan populares que, en vista de que para muchos no fue posible seguir una formación a tiempo completo, estableció en 1987 una formación a tiempo parcial, cosa inaudita en aquel tiempo.
En cooperación con Georg Glöckler, Rudolf Kutzli y personas del ámbito de la música, se ofrecieron seminarios públicos, con una combinación de contenidos teóricos y actuaciones del conjunto eurítmico Aphaia-Ensemble (DE). Tenía una relación especial con Ibrahim Abouleish, el fundador de Sekem (EG). Allí dio un impulso cultural integral a partir de las circunstancias locales, impulsando un ambiente para el trabajo eurítmico práctico y para la formación en al arte de la euritmia.
Región cultural árabe
Christoph Graf se encargó de dirigir representaciones artísticas en árabe, como por ejemplo de la ‹Flauta Mágica› de Mozart, el ‹Fausto 1› y el Cuento de Goethe, el cuento del milagro de las fuentes de Rudolf Steiner, cuentos árabes, y poemas de Gibran, Rumi y otros poetas árabes. De este modo Christoph Graf introdujo la euritmia en el área cultural árabe. Allí, las personas, que tanto le apreciaron, se sintieron también profundamente conmovidas por la noticia de su muerte. La euritmista Martina Dinkel escribió: «En efecto, hay que ver a Christoph como padre de la euritmia. Era un portador de euritmia. Un portador de luz, un Cristóforo».
Su trabajo eurítmico profundamente imbuido de impulsos antroposóficos, fue una fuente de inspiración cultural. Sus cursos y las giras artísticas del Aphaia-Ensemble lo llevaron por numerosos países, aunque en los últimos cinco años redujera el número de viajes.
Se dedicó con amor a sus once nietos y era aficionado a tocar el arpa. Hasta el final enseñó la euritmia, infundiendo a sus estudiantes el entusiasmo por ella. Deja un gran vacío en la oferta de cursos de la formación en la casa Eurythmeum CH, construida por iniciativa suya y actualmente escuela y lugar de encuentro para 50 estudiantes a tiempo completo de todo el mundo.