La ciencia natural, ¿una nueva religión?

La ciencia natural, ¿una nueva religión?

01 diciembre 2020 Matthias Rang & Johannes Wirz Visto 7530 veces

Conferencia del 1 de diciembre de 2020, ofrecida por Matthias Rang y Johannes Wirz, directores de la Sección de Ciencias Naturales de la Escuela Superior Libre para la Ciencia del Espíritu en el marco del ciclo de conferencias de la Dirección del Goetheanum, ‹Los signos del presente›.


Primera parte, a cargo de Matthias Rang

Quiero comenzar esta conferencia con una anécdota que se produjo hace dos años, es decir, antes de la actual crisis sanitaria. En un congreso de jóvenes se produjo un debate sobre la construcción del futuro, y había un amplio consenso de que no podría haber futuro social sin las aportaciones a la sociedad del arte y la cultura. Para mí, como científico, la cuestión era cuál, aparte del arte, sería la misión de la ciencia.

En el debate hubo dos paradigmas opuestos: por una parte, la ciencia es importante porque nos hace entender las cosas y proporciona las tecnologías necesarias para diseñar el futuro; por otra parte, las tecnologías causan problemas, ya sean sociales o de medio ambiente y nos esclavizan en nuestro pensamiento, que se vuelve más y más técnico. En conclusión podemos decir que la cuestión de si la ciencia tiene una función positiva o negativa para la sociedad dependerá del valor que le atribuyamos.

Dos años después, el debate es muy distinto. El cambio climático, con sus explicaciones científicas ha pasado a un segundo plano, y la única cuestión parece ser la de cómo podemos superar la pandemia. Pero una vez más, estamos esperando que la ciencia ofrezca explicaciones y soluciones para este problema. Y en esta conferencia quiero dilucidar las condiciones con las que la ciencia pueda corresponder positivamente a estas expectativas.

En las ciencias naturales hemos logrado una cierta seguridad en el conocimiento. ¿Cómo fue posible este logro, y en qué consiste tal seguridad? Consiste en el hecho de que siempre podemos saber y explicar con transparencia cómo se ha llegado a los resultados científicos, de tal modo que los resultados se pueden reproducir en cualquier momento. Y el proceso que conduce al resultado científico, incluidas sus condiciones y prerrequisitos es una parte integral de la afirmación científica. Podemos decir que la afirmación científica lleva en sí el proceso de génesis como tal.

Esto puede comprobarse con un ejemplo sencillo. Si suelto una piedra que tenía sujetada a la altura de medio metro sobre la superficie del suelo, entonces la piedra tocará el suelo en cuestión de medio segundo. Esto es un conocimiento seguro, un hecho científico que se puede comprobar con diversos métodos. Y esta certeza de conocimiento incluye algo que expresé antes con las palabras “Si suelto una piedra …”. Con esto expresé una condición previa al conocimiento. Si no cojo la piedra para hacer el experimento, no puedo hacer ningún tipo de afirmación científica, una afirmación que se suele denominar como juicio condicional.

Otro ejemplo, de la matemática: Si tengo tres magnitudes, A, B, y C, y si A es mayor que B, y B mayor que C, entonces A es mayor que C. Tenemos un juicio que es seguro, pero para que esto sea así, hay que recordar las condiciones y prerrequisitos: primero, yo tengo disponible tres magnitudes, y segundo, estas cumplen las condiciones descritas. Si no tenemos en cuenta estas premisas, la afirmación carece de validez. Y esto es algo esencial para cualquier tipo de información y noticia “científica” que hoy podemos encontrar en los medios. La certeza existe en el marco de condiciones. “Si sucede esto, entonces podemos concluir con certeza que …”. Sin embargo esto todavía no nos dice nada sobre si se cumplen o no las condiciones.

Después tenemos otra categoría de las teorías científicas, que se diferencian de las afirmaciones científicas mencionadas en que analizan el por qué de las cosas. Las explicaciones de estas teorías pueden ser por ejemplo: “la piedra cae a causa de la gravedad”. Obviamente son explicaciones que no nos ofrecen ninguna certeza de conocimiento. Además son teorías que con el tiempo se reemplazan por otras y se van corrigiendo.

Dejando aparte este último tipo de conocimiento, propongo que nos centremos en las afirmaciones tal como se hacen en el presente en estudios empíricos sobre el cambio climático, la Covid-19 u otros fenómenos. Una vez más, tales afirmaciones solo son válidas si incluyen las condiciones bajo las cuales se pueden justificar. Y en ausencia de tal justificación tampoco hay certeza de conocimiento.

Por eso, mucho depende del modo en el que los resultados científicos se comunican en los diversos medios. Y cuando nos ponemos a analizar el estilo de tales noticias, veremos que a menudo la información sobre un conocimiento científico viene fragmentada y separada del complejo de condiciones antes mencionadas. A esto se suma en ocasiones el hecho de que tal conocimiento se comunique de una forma generalizada. Es decir, se pretende dar información verdadera aunque el modo de comunicarla sea contrario a lo que correspondería al conocimiento seguro que caractericé antes.

Esta clase de noticias posiblemente es problemática porque de alguna manera se intuye que la noticia es generalizada y está privada de su contexto condicional, produciendo el juicio más o menos consciente de que la noticia es falsa. De ahí la tendencia a interpretar las noticias como “fake news”. Por supuesto también hay noticias en las que los contextos y condiciones se explican con claridad y precisión y no permiten la calificación de noticia falsa.

Lo triste de ello es el hecho de que la ciencia, y su función potencialmente positiva para la sociedad y para el conocimiento, se convierta en algo poco fiable. Por ejemplo, cuando leemos en un artículo que “un estudio científico ha mostrado que …”, el estudio aludido posiblemente ha sido sólido y exacto, sin embargo adquiere el carácter de una revelación general de carácter incondicional, una incondicionalidad que la ciencia misma no reclamaría para sí o para sus resultados, una incondicionalidad que más bien sería característica de una afirmación religiosa.

La información que nos llega en esta forma reducida y descontextualizada asume cierto carácter de religión. La ciencia se convierte en pseudo-religión. La seguridad que en tiempos pasados nos podía ser dada por la religión, se sustituye por otra seguridad distinta, que sin embargo no existe en la forma en la que se reivindica. Estamos frente a un fenómeno social que Karl Ballmer, un antropósofo y pintor de Hamburgo, describió como “reflejo teístico”, un reflejo que suele producirse en tiempos de incertidumbre y crisis con la finalidad de generar seguridad interior.

Todo ello nos señala lo importante que será en el futuro dar una interpretación adecuada a los resultados científicos. Por un lado será clave tener más acceso a la información científica para poder evaluarla en toda su relevancia (aunque de momento muchos nos sintamos desbordados con las informaciones a asimilar), y por otro lado siempre tenemos que estar en condiciones de reconocer la restrictividad y condicionalidad de la información, premisas de las que la ciencia saca la certeza de sus afirmaciones.

Tenemos pues estas formas problemáticas de la presentación de informes y noticias. Pero otra cuestión, probablemente más importante, es la de cómo respondemos frente a tales formas de cobertura informativa. Antes de hablar sobre esta temática, voy a presentar un ejemplo radical de lo que hemos comentado como el “reflejo teístico”, en el marco del periodismo. Hay escépticos que realizan un trabajo importante dentro de su posicionamiento crítico frente a cuestiones sociales o científicas, pero también hay otro tipo de escépticos que hacen de la ciencia una pseudo-religión. El “método” que siguen es el de recoger resultados de ciertos ámbitos y trasladarlos a otros, como por ejemplo la Pedagogía Waldorf o la medicina complementaria. Después se constata que los datos recogidos no son compatibles con la Pedagogía Waldorf o la medicina complementaria, y que estas últimas siguen una irracional actitud espiritual o religiosa. El periodismo que sigue este esquema de argumentación no se da cuenta de su propio “reflejo teístico”.

Esta actitud es uno de los signos característicos de nuestro presente. Hay que observarla con atención desde una meta-perspectiva, es decir más allá de los contenidos discutidos, ya sea del cambio climático o de la crisis sanitaria del coronavirus u otros. Es una tarea necesaria e interesante en el contexto de la crisis actual.

Para concluir, quiero plantear la pregunta de qué hacemos con los resultados científicos. ¿Qué medidas podemos tomar contra el cambio climático o la crisis sanitaria? ¿Cómo justificamos nuestras acciones y medidas? Esta pregunta es importante porque cada ámbito tiene sus propias leyes y condiciones, y ya hemos mencionado que la seguridad del conocimiento solo existe si tenemos en cuenta las condiciones del mismo. Por ejemplo, las condiciones del conocimiento científico natural son muy distintas a las condiciones sociales. Por eso hay que tener precaución al trasplantar resultados de la ciencia natural a la ciencia social o a la situación social en general.

¿Cómo podemos pues lograr la seguridad de la ciencia natural para dar soluciones en la organización social? En lo cultural y social solo podemos tener seguridad de acción. Si actuamos en el ámbito cultural-espiritual, seguimos las leyes y condiciones de este ámbito; si actuamos en otros ámbitos, será bajo otras condiciones.

Para los primeros intentos en esta dirección, nos tenemos que remontar unos 200 años atrás, a la ciencia de Goethe y a su concepto de una ciencia natural ampliada. Una ciencia que se mueve en un campo de condiciones restringidas y que al mismo tiempo se abre a otros ámbitos para lograr una visión holística de las cosas. Sabemos que Goethe amplió sus métodos científicos naturales al ámbito del arte, provocando las críticas de los científicos puristas. Pero quiero sostener que en nuestra situación actual, bien falta nos hace tal ampliación de la ciencia para que ampliemos nuestro horizonte más allá de la ciencia positiva que dominamos, hacia una ciencia que todavía tenemos que estudiar, aprender y adquirir.

Johannes Wirz: La ciencia natural, ¿una nueva religión? Segunda parte

En los últimos 10 meses de la crisis de coronavirus se han publicado miles de estudios científicos sobre este tema. No obstante todavía sabemos muy poco, como es usual en situaciones en las que sucede algo nuevo que aun no está ampliamente investigado. Por otro lado llama la atención el hecho de que, junto a la diversidad de comentarios y primeros resultados científicos, las medidas tomadas fueron las mismas a lo largo de casi todo el planeta. Mascarillas, distanciamiento, vacunas. Me pregunto cómo es posible que en una situación en la que todavía no hay una imagen definitiva de la situación, las medidas en todas partes sean idénticas.

Máximas goetheanas de la ciencia natural

Quiero empezar con la pregunta de qué es una ciencia buena. Y no puedo menos que hablar de Goethe porque en su época, él no se movía al margen de la ciencia sino en el centro de ella. En 1969, el texto de Goethe “La Naturaleza” fue reproducido en su totalidad en la revista inglesa “Nature”, una cosa inimaginable en nuestra época actual. En 1882, Ernst Haeckel publicó un artículo sobre Charles Darwin, en el que mencionó a Goethe como predecesor de la teoría de la evolución. Otra cosa impensable hoy.

¿Cuáles son entonces los criterios para una verdadera ciencia para Goethe? Primero, dice que la ciencia siempre ha de estar basada en la observación empírica. Segundo, dice, las hipótesis son el andamio para la construcción de una casa. Esto supone que, una vez construida la casa, el andamio es desmotado. Dicho sea esto para los científicos que defienden a toda costa la hipótesis inicial, incluso después de terminar el proyecto de investigación. Tercero, en la relación entre el sujeto y el objeto del trabajo científico, no hay que poner demasiada fuerza imaginativa en el objeto para no correr peligros de percibir el resultado deseado en vez de la realidad de la cosa misma. Cuarto, tener paciencia y no sacar conclusiones precipitadas. Recoger un máximo de fenómenos, desarrollar métodos comparativos para los organismos vivos, e intentar lograr una imagen integral del fenómeno analizado. Discutir y contrastar los propios resultados con otros colegas y expertos antes de pasar a publicarlos. Todo esto sigue siendo más o menos válido dentro del discurso metódico de la ciencia ortodoxa moderna.

Luego hay métodos que podemos llamar esotéricos, que hoy día no suelen ser aceptados por la ciencia moderna. Goethe dice que siempre debe haber dos miradas complementarias entre ellas. La mirada externa, la de la observación exacta, y la mirada interna, que se sumerge en la naturaleza del ser observado. Segundo, aconsejó prescindir de querer lograr un conocimiento de validez terminante. Tercero, postuló una ética del conocimiento. Son puntos que pueden sorprender o extrañar; los vamos a retomar más adelante.

El virus SARS-Cov-2. Estudios, teorías, medidas

Ahora vamos a mirar los estudios y teorías sobre el virus SARS-Cov-2. Hay una teoría que sostiene que el Sars-Cov-2 procede de murciélagos. Pero hay que puntualizar que ninguno de los virus procedentes de murciélagos que se han aislado hasta ahora sería capaz de invadir el organismo humano porque estos virus no tienen la proteína Spike. Por eso surgió la hipótesis de que SARS-Cov-2 puede ser transmitido a través de huéspedes intermediarios como por ejemplo los pangolines, ya que estos están entre los animales que se venden en el mercado de Wuhan. Sin embargo todavía no se ha encontrado el SARS-Cov-2 en estos animales.

Estos estudios y teorías parten de la premisa de que alguien se habría infectado con el virus y que luego habría infectado a otros. Todas estas teorías tratan a este virus como si fuera un virus totalmente nuevo, dejando fuera de consideración la larga historia de antecedentes y evitando evaluar toda clase de conocimientos histórico-evolutivos, y esto afecta gravemente a los intentos de detectar el virus con las pruebas en curso.

No puedo describir en todo detalle cómo funciona el test PCR. Sabemos que el objetivo del test es detectar ARN del virus sobre una toma del frotis nasofaríngeo. La cuestión es si el método de test es tan perfecto que solo detecta el virus SARS-Cov-2 o si detecta algún otro tipo de coronavirus. De hecho hay siete variantes que desde hace mucho habitan nuestro organismo y con los que convivimos sin problema y sin saberlo en la mayoría de los casos.

Pero esto no es todo. Todavía hay otra duda. Hay que saber que el genoma del SARS-Cov-2 se compone de 30.000 elementos (bases nitrogenadas), que es una cantidad realmente insignificante en comparación con el total de 3 mil millones de tales elementos que componen nuestra sustancia hereditaria. Si no he calculado mal, es un factor de 1 a 10 millones.

Ahora bien, el test de PCR busca dos tipos de información: el plan arquitectónico para una proteína que reproduce el RNA y el plan arquitectónico para la proteína Spike. Lo que se analiza en este proceso son fragmentos de un máximo de 117 o 118 pares de bases, es decir que tenemos pedazos de poco más de 100 elementos, muy lejos de los 30.000. Y de este fragmento mínimo de 117 o 118 elementos es imposible decir si representa un trozo de virus o un trozo de otro tipo de RNA que existe en nuestro cuerpo, que puede ser todo menos un virus peligroso.

Tenemos, pues, un método que es increíblemente preciso pero no permite ningún tipo de conclusión precisa. Los resultados del PCR son tan poco fiables que la Institución Común Suiza del Seguro de Enfermedad (Allgemeine Schweizer Krankenversicherung) dice que el test de PCR para detectar RNA viral no da ninguna evidencia de que la persona sometida a la prueba sea portadora del virus. Hay que preguntarse: por favor ¿qué estamos haciendo?

Actualmente se realizan 50.000 test diarios. De ellos se obtiene una cuota de personas en las que se ha detectado una secuencia de “virus”. El porcentaje de personas “infectadas” es del 20 por ciento. De este 20 por ciento, la mayoría no tiene síntomas, otros enferman levemente y no necesitan tratamiento médico. Del resto, el 3 por ciento del 20 por ciento, tienen que ser ingresados en el hospital, y de este 3 por ciento, un porcentaje mínimo fallecerá. Yo, por mi parte, no realizaría ningún test de PCR y me centraría en analizar los casos de las personas realmente infectadas.

Como consecuencia de los test, se han tomado una serie de medidas de protección, que todos conocemos. En lo que se refiere al aumento de infecciones en las últimas semanas, a mi ver es la tendencia normal de las infecciones gripales, que suelen aumentar en los meses de diciembre a febrero.

¿Cuáles son las consecuencias de las medidas tomadas en los países industriales de un alto nivel de calidad de vida, y en los países menos favorecidos? Para las personas mayores con una o más enfermedades o discapacidades, es muy difícil seguir adelante en las condiciones de confinamiento y distanciamiento. Los pequeños están creciendo en un ambiente de distancia y desconfianza, y de falta de contacto y calidez. También sabemos que las mascarillas en el aula reducen significativamente la disposición y capacidad de recibir y asimilar los contenidos didácticos. A los niños les puede resultar difícil discernir si una palabra está dicha en serio o en forma de broma por no tener la expresión facial como referencia y orientación para el sentido de la palabra ajena.

En el sentido de la ciencia y visión holísticas de Goethe, podemos preguntar por el precio que estamos pagando en otros ámbitos fuera del de la salud. Obviamente estamos en una situación grave para las pymes y para los profesionales del ámbito cultural. Para los países pobres, una de las consecuencias de las medidas por el coronavirus es que el número de niños que sufren hambre ha aumentado a 120 millones. Se ha reducido la atención a enfermos de tuberculosis, malaria y sida, y hay una amplia cuota de personas que murieron a causa de estas enfermedades infecciosas, un hecho que por cierto se publicó en la revista “Nature”, la misma en la que apareció el artículo de Goethe que mencioné antes. Una vez más podemos guiarnos por Goethe, preguntando por los efectos en un ámbito dependiendo de lo que sucede en otro. Y lo que veremos es que probablemente los efectos de las tres enfermedades infecciosas son más dramáticos que los del SARS-Cov-2.

Comentarios escépticos sobre la vacuna y las medidas sanitarias

Quiero mencionar otro estudio importante: un estudio con 1000 personas que no tuvieron contacto con el SARS-Cov-2 con el objetivo de averiguar si tenían anticuerpos de SARS-Cov-2 o no. El resultado fue que no los tenían. Para entender a lo que voy con ello, hay que saber que tenemos dos respuestas de nuestro sistema inmune a patógenos. La una es la respuesta humoral, en la que las células liberan anticuerpos que luego flotan en la sangre y desaparecen al cabo de 12 meses después de la infección. La otra es la respuesta celular, en la que las células identifican los virus como elementos dañinos y los someten al proceso de eliminación. En el estudio se pudo comprobar que, como ya dije, las personas que no estuvieron en contacto con el SARS-Cov-2 tenían células que reaccionaron contra el virus, las llamadas células auxiliares. De esto se deduce que hace un par de años estas personas debieron haber estado en contacto con una de las otras siete variantes de coronavirus, y que a raíz de ello desarrollaron defensas contra ellas.

Se ve que el SARS-Cov-2 no es un virus tan nuevo como nos quieren hacer creer diariamente. Por eso, el conocimiento de las siete variantes no perniciosas, presentes en el organismo de muchas personas, puede suponer una solución para el actual virus. El hecho de que el 35 por ciento de las personas tuvieran estas células auxiliares muestra que hay un contexto complejo entre las diversas variantes de virus.

En lo que se refiere a las vacunas, hay algunos métodos habituales, pero curiosamente todo el mundo se centra en el método de la nueva vacuna de RNA. La razón de ello es que este método es el único con el que se pueden producir millones o miles de millones de dosis de vacuna. Es un método conocido desde 1994, pero hasta ahora no había sido puesto en práctica por falta de conocimientos sobre los efectos secundarios, Para estudiar tales efectos hace falta un periodo de tiempo de 4 o 5 años de estudios. No obstante, las vacunas RNA ya están siendo aprobadas en un proceso de emergencia.

En este contexto hay que considerar la cuestión de la vacuna obligatoria. En principio, la obligatoriedad significa que los Estados serán responsables de los efectos dañinos; de lo contrario, lo serían las empresas farmacéuticas. La situación es parecida a la que se produjo cuando se construyeron las primeras plantas nucleares. Ninguna agencia aseguradora habría asumido el riesgo del “máximo accidente nuclear previsible”, por eso los proveedores de la energía nuclear solo asumieron un porcentaje mínimo, y el riesgo restante lo asumió el Estado.

Es justificado cuestionar la vacuna de RNA en base a una serie de incógnitas. Por ejemplo, no se sabe si será posible la inmunización de 95 por ciento de la población. Tampoco sabemos nada de los efectos secundarios a medio y largo plazo.

Contextos interdisciplinarios

Entre los muchos aspectos de la crisis sanitaria, cuentan los sociales y económicos, y sobre todo los ecológicos. Se sabe que el virus Cov-2 es una zoonosis, es decir un virus que, como el de ébola, originalmente procede de animales y se transmite a las células del cuerpo humano. La transmisión tuvo lugar, tanto en China como en África, a causa de la destrucción del hábitat de estos virus, por ejemplo cuando los animales se acercan a las ciudades en las que aun encuentran condiciones para sobrevivir.

Son casos que nos hacen entender lo estrechamente entretejidas que están la salud/enfermedad de los seres humanos con la salud/enfermedad de los animales. Y la actual crisis sanitaria nos ha demostrado una vez más la dependencia mutua entre la naturaleza y el ser humano.

Cómo cambiar de rumbo

¿Qué es lo que podemos aprender y qué podemos cambiar, sobre todo en nuestra actitud? Rudolf Steiner nos ha enseñado que tendremos que encontrar la transición de la cultura del máximo bienestar del individuo a la cultura del mínimo sufrimiento de los demás. Lo que digo no tiene que ver nada con la gestión de la crisis, sino con reflexiones que se pueden hacer a nivel individual.

En el contexto científico, Goethe habló de prescindir de la intención de lograr el conocimiento de validez terminante, diciendo “El ser humano [...] difícilmente se abstiene de intentar perseguir lo inescrutable hasta el último rincón, hasta que él se dé por satisfecho, y su objeto por rendido.” Este tipo de reflexión es ajena a la ciencia moderna. Hoy existen muy pocos científicos que reconocerían que debe haber límites a la investigación utilitarista y orientada a resultados rápidos y prestigiosos, por ejemplo en el campo de la investigación de partículas cada vez más diminutas o microscopios cada vez más potentes, usando métodos diseñados para exprimir las últimas verdades a la materia.

Goethe nos dice que hay que abandonar este camino y encontrar el camino de la contemplación espiritual. En este sentido Rudolf Steiner señaló, junto con Goethe, el camino científico que se limita a lo escrutable. Si emprendemos este camino, será más fácil encontrar explicaciones acerca de cuestiones sobre, por ejemplo, la relación de la ganadería masiva con un virus, trabajando desde una visión diferente y un conocimiento diferente.

Goethe dice en sus “máximas y reflexiones”: “Si el investigador de la naturaleza quiere reivindicar su derecho a la contemplación y observación libres, lo que tiene que hacer es asegurar los derechos de la naturaleza. Solo donde ella sea libre, él lo será por su parte, y donde ella se vea atada por estatutos establecidos por la razón humana, él también atado estará.” En otras palabras, la actitud de interrogar a la naturaleza, exigiéndole que responda a la presión de nuestras preguntas cargadas de expectativas preconcebidas, priva de la libertad a la naturaleza y a nosotros nos convierte en seres no libres. Una ética del conocimiento difícil de expresar mejor.

De ahí podemos entender que una parte decisiva de nuestra relación con la naturaleza es la manera de acercarnos a ella con nuestros pensamientos y preguntas. Este ideal lo encontré bellamente formulado por el zoólogo de Basilea, Adolf Portmann, uno de los goetheanistas no antroposóficos más importantes. Goethe vivía una actitud que, regida por el motivo central de la devoción, prescinde de la intervención agresiva del anhelo de conocer. Es una renuncia a la violencia en la ciencia natural, digna de máximo respeto. Si intentamos vivir esta especie de no violencia en el trato con la naturaleza, y posiblemente con nuestro prójimo, hacemos algo bueno para nosotros, y también para la naturaleza. Esto puede ser el comienzo para establecer una relación con la naturaleza vertebrada en el respeto, el amor y la paz.

En la actual situación crítica es importante mantenernos con capacidad de reaccionar y actuar, pero igualmente importante me parece hacer un esfuerzo para investigar y conocer la relación del ser humano con la naturaleza en el espíritu que quería caracterizar en esta conferencia.


Su ayuda nos da fuerza y confianza en el futuro.


Video de la conferencia en alemán.

Traducción y resumen por Michael Kranawetvogl.

Matthias Rang y Johannes Wirz son los directores de la Sección de Ciencias Naturales de la Escuela Superior Libre para la Ciencia del Espíritu en el Goetheanum.