¿Cómo sabes que eres humano?
La tecnología del futuro promete liberarnos terminantemente de las experiencias humanas fundamentales, tales como la enfermedad, vejez y muerte. El objetivo es alcanzar la inmortalidad mediante la descarga del contenido de la conciencia del cerebro humano en una máquina, haciendo del ser humano un ser que ya no depende de la degradación, y como consecuencia de la muerte física.
La enfermedad, la vejez y la muerte fueron las experiencias clave que hace unos 2500 años orientaron al príncipe de 29 años, Siddharta Gautama, que más tarde sería el Buda, en su camino hacia la iluminación. Él abandonó la vida protegida del palacio real para conocer el mundo, con el motivo de superar la enfermedad, la vejez y la muerte.
Buda se entregó a una vida ascética, se convirtió en discípulo de diferentes maestros, sin embargo no logró encontrar respuestas a sus preguntas hasta que finalmente alcanzó la iluminación en una meditación de 49 días bajo el árbol Boddhi, después de haberse enfrentado a todo tipo de seducciones y demonios. Para Buda, el sufrimiento causado por la enfermedad, la vejez y la muerte eran una expresión de la dolorosa condición del ser humano por estar atado a lo terrenal y a su corporeidad. Superar el sufrimiento significa superar la «sed de existir y renacer». El objetivo final era el liberarse de la rueda de los nacimientos.
Distorsión de los motivos de Buda
Mirando las intenciones de los transhumanistas en este contexto, parecen una distorsión de los motivos internos de Buda. Dentro del pensamiento transhumanista, lo que Buda quería lograr a través del ejercicio espiritual y el desarrollo interior, pasa a ser tarea de las máquinas. El motivo de vencer la rueda de los nacimientos se convierte en una vida «eterna» de los contenidos de la conciencia guardados en el cerebro físico. Sin embargo el gesto de liberación de lo terrenal también puede ser interpretado precisamente como gesto polarmente opuesto, el gesto de querer permanecer unido a la tierra.
A diferencia con el transhumanismo, centrado en salvar el Yo egocéntrico, la enseñanza de Buda tenía una nueva cualidad central: la enseñanza de la compasión y el amor. Estas cualidades vinieron al mundo a través de él, y se convirtieron en acción viva a través del Cristo. He ahí la entrega al Tú que hace despertar al Yo humano.
Tanto la enseñanza del Buda como la del Cristo dan sentido a la encarnación en un cuerpo físico en la tierra. La encarnación y el sacrificio del Cristo han hecho posible una cualidad completamente nueva para la encarnación humana en el cuerpo físico. Desde entonces, el cuerpo es el instrumento con el cual, mediante los sentidos, el Yo humano puede encontrar su patria en el mundo. Esta patria no sólo sirve para la formación del propio cuerpo, sino que facilita la misión de espiritualizar el mundo a través del conocimiento. En este camino, el ser humano se convierte en el lugar en el que el mundo se reconoce a sí mismo.
La pregunta del robot Sofía «Cómo sabes que eres humano» debe ser tomada en serio, interpretándola con en el sentido de la «palabra apolínica renovada», de la meditación de Piedra de Fundación de Rudolf Steiner: «Alma humana, reconócete a ti misma en tu ser entretejiendo en espíritu, alma y cuerpo». (GA 260)
Conferencia ‹The End of Man? II. Caminos y salidas del transhumanismo› (en alemán, traducción al inglés por miembros de la Sección de los Jóvenes), 18 al 20 de octubre de 2019, Goetheanum.
Web www.goetheanum.org/tagungen/da...