Götz Werner: el hombre que lo dio todo

Götz Werner: el hombre que lo dio todo

17 febrero 2022 Gerald Häfner Visto 5360 veces

Momentos que se produjeron cientos de veces, y de los que pude ser testigo cuando estábamos viajando juntos a dar conferencias: Götz Werner visitaba sus filiales de la cadena de parafarmacias, dm, siempre que pasaba por una ciudad en la que había una de ellas.


No, como sería de pensar, para charlar con el director de la filial, sino para hablar con todos los empleados. Y lo hacía de una forma muy personal y cordial, con mucho interés en cada uno de los empleados, preguntándoles cómo les iba, si estaban a gusto con su trabajo, o cómo percibían a la gente cuando estaba haciendo cola en la caja. Sus preguntas no iban dirigidas a las circunstancias exteriores, sino siempre al corazón, a la disposición de las personas, su estado de ánimo, su compromiso con la empresa.

Una vez, durante una de esas visitas, cuando estaba apoyándose en una estantería, uno de los estantes se soltó y cayó porque no estaba bien sujeto. La dependienta comentó que el estante llevaba ya mucho tiempo roto, que había notificado al gerente de la tienda, pero que éste aún no había hecho nada al respecto. Hubo una consecuencia: a Götz Werner le pareció absurdo que una persona que se percataba de un problema no pudiera resolverlo por sí misma, sino que tuviera que esperar a que su superior tomara una decisión. A su modo de ver, cada uno debería tomar decisiones y resolver problemas en su ámbito de trabajo de forma autónoma. Tras este suceso, Götz Werner reestructuró la organización de su empresa. Tenía una increíble confianza en el poder del pensamiento y del conocimiento, tanto en el propio como en el de todos los demás. Su ideal fue no dar instrucciones a las personas y tan solo ayudarles a comprender las cosas. De ese modo ellas mismas serán capaces y estarán motivadas para tomar las decisiones necesarias.

Cada persona un empresario

En mi opinión, no se valora lo suficiente el hecho de que haya establecido y desarrollado continuamente esta cultura de trabajo autodeterminado y de cooperación basada en el diálogo; este modelo y ejemplo de dm siempre servía de orientación a todas las demás empresas. Como líder del mercado de la droguería en Europa, Götz Werner creó un enorme valor económico, pero sobre todo hizo posible que 66.000 personas trabajasen en un entorno con sentido y solidaridad. Su ideal era que la latente capacidad de autorresponsabilidad se hiciera realidad en todo ser humano. La frase de Joseph Beuys, «cada ser humano un artista», Götz Werner la transformó en «cada ser humano un empresario».

Confiaba en que el pensamiento humano puede penetrar, comprender y hacer accesible la realidad y cambiarla en consecuencia. Con demasiada frecuencia, nos fijamos en las ideas abstractas y nos olvidamos de las personas, con lo cual las ideas se convierten en sistemas o ideologías, o a la inversa, sólo nos fijamos en nuestros semejantes y perdemos el pensamiento claro. Para Götz Werner los dos aspectos del pensar autónomo y del interés en el otro eran dos caras inseparables de la misma moneda.

Su visión fue construir su empresa de forma que todas las personas trabajando en ella pudiesen tomar decisiones de forma independiente a partir de una visión completa de las cosas. Para crear las condiciones para ello, una de sus innovaciones pioneras fue un método transparente de calcular la creación de valor en la empresa, con el que cada empleado podía comprobar el valor de su contribución individual en relación con el valor empresarial total. Si todos los empleados tienen esta visión dinámica, entonces, decía Götz, no hay que decirles lo que tienen que hacer, y cada uno verá lo que es lo mejor dentro de su marco de competencias.

Recuerdo a Götz Werner en su postura típica: erguido, los ojos alerta y la cabeza ligeramente inclinada. Escuchó atentamente a los que le hablaron de nuevas ideas y propuestas. Esta cualidad del encuentro humano, junto con la increíble alegría que le producía la escucha del pensamiento ajeno, le permitió ser aprendiz y estudiante hasta los últimos años de su vida. Pero en cuanto el pensamiento ajeno se volvía artificioso y abstracto, Götz Werner perdía el interés. Para él, el pensamiento siempre tenía que ser producto del alma y del corazón. Quería que el pensamiento y la acción fuesen una sola cosa. Hacer y pensar: ¡cuántas veces los vemos como opuestos el uno al otro! En el caso de Götz Werner, el empresario filosófico y el filósofo emprendedor, eran inseparables. Ser capaz de unir cosas aparentemente contradictorias es señal de una gran personalidad.

A menudo Götz Werner y yo éramos invitados en eventos y conferencias, y acabábamos encontrándonos en el podio uno al lado del otro. Solíamos hablar de la renta básica incondicional, pero en ocasiones yo también hablaba de la democracia directa. Una vez Götz Werner se acercó a mí después de un evento. Admitió que la idea de la democracia directa nunca había significado mucho para él, pero que ahora se había dado cuenta de que la renta básica incondicional y la democracia directa iban juntas, porque se trataba de una y la misma idea, la de la autocapacitación y autorresponsabilidad, tanto en la economía como en la vida política. Propuso que trabajásemos juntos, y de este modo se inició una larga y fructífera colaboración, especialmente en el proyecto del Ómnibus para la Democracia Directa en colaboración con Johannes Stüttgen. La anécdota mencionada muestra otras cualidades características de Götz Werner: agilidad en el pensamiento y fuerza de determinación.

Respecto al Goetheanum, Götz Werner tenía en aquella época una actitud escéptica, condicionada por experiencias anteriores. Se había formado la idea de que allí la Antroposofía había quedado fuera de tiempo y que había perdido el contacto con el mundo, y me aconsejó que no siguiera la oferta de ser director de la Sección de Ciencias Sociales. Además, ya no tenía muchas ganas de hablar de la trimembración social, que le parecía una teoría demasiado abstracta. No obstante, de camino a la casa de vacaciones en Suiza con toda la familia, vino a hacerme una breve visita en una de las primeras conferencias de ciencias sociales que organicé en el Goetheanum. De nuevo hubo una sorpresa: una ponencia sobre la actualidad de la trimembración social le había dejado tan electrizado que se quedó para asistir al resto de la conferencia. De nuevo quedó impresionado y emocionado por la fuerza de las ideas, y de una manera tan profunda que cambió sus planes de inmediato. Tenía la capacidad de experimentar las ideas de una manera viva, convirtiéndolas en ideales. Se dejaba transformar por las ideas, dejando que ellas incluso le transformasen a él, sus planes, sus acciones, su vida, el mundo.

El trabajo forma parte de la existencia humana y determina gran parte de nuestra vida cotidiana. Para Götz Werner, un motivo de su vida fue el intento de crear condiciones de trabajo sin estructuras de poder y sin las nuevas formas de esclavitud. En su alma ardía la idea de un trabajo que dé satisfacción y que tenga sentido para la persona. Quería que el trabajo fuera una fuente de satisfacción y felicidad para todos. La idea de que el trabajo sirve para ganar dinero le parecía incompatible con la dignidad humana. Entusiasmado por este principio, Götz Werner inició una campaña por la renta básica incondicional, con la que se convirtió en una personalidad reconocida en el mundo económico, cultural y político.

Como sucede en cualquier campaña, todo depende de la idea, de la persona que la defiende y del momento adecuado. No hay nada más fuerte que una idea que llega en el momento justo. Ya había iniciativas de renta básica en los años 80, pero los que en aquellos tiempos hablaban del sueño de una financiación básica incondicional para todos, solo podían contar con reacciones como "¡pues vete al otro lado! [NdT: a la República Democrática Alemana] Por aquel entonces, el mundo seguía dividido, y para muchos el comunismo o el socialismo eran la prueba de que todo lo que no naciera del egoísmo y la competencia estaba condenado al fracaso. Dijeron que había que admitir los lados oscuros del capitalismo, pero aun así era el gran modelo de éxito, interpretando el interés y beneficio propios como único impulso posible para el trabajo. Esta ideología capitalista no volvió a ser cuestionada hasta después de la caída del Muro de Berlín.

La renta básica incondicional

Entonces llegó Götz Werner. Había conocido la idea de Rudolf Steiner de la necesaria separación del trabajo y del salario, especialmente a través de un detallado estudio del "Curso de Economía Política" y también a través de su compañero e interlocutor de toda la vida, Benedictus Hardorp. Con Götz Werner, la idea cobró impulso. La promovió incansablemente apoyando a individuos e iniciativas, pero sin ganas de cooperar en las grandes organizaciones y proyectos que se estaban formando. Prefería ser libre y de esta forma poder luchar con más fuerza por la idea de la renta básica.

Su experiencia empresarial y su éxito económico dieron peso a sus argumentos. Por muy simples que parecieran a veces, eran profundas y eficaces en virtud de su personalidad. Deliberadamente no entró en el terreno de los números y los cálculos. Sabiendo lo peligroso que podía ser cualquier cálculo en este sentido, siempre decía que primero había que reflexionar sobre el principio. Quería ganar el interés de las personas por una gran idea y la fuerza liberadora de ella para todo el mundo. Muchos han podido experimentar con gran gratitud lo que significa tal liberación.

En algunos eventos públicos como la votación sobre la renta básica incondicional en Suiza, los activistas pusieron coronas de oro a todos los transeúntes, como señal de que con esta idea las personas se ven elevadas y ennoblecidas con la experiencia de que valen algo, de que tienen dignidad y son reconocidos en su ser y en sus capacidades individuales, independientemente de tener que trabajar para conseguir tal reconocimiento.

El objetivo ya no puede ser tener que ganarnos la existencia con el sudor de nuestra frente. Nos podemos cuidar los unos a los otros. Tal como eres, has merecido esta solidaridad. ¡Queremos conocer lo mejor de ti! Queremos que lo muestres, que lo practiques, y que desarrolles así tus capacidades en beneficio de los demás. Esta idea puede ser una idea entusiasmante, y lo fue para Götz Werner, pero además de ello logró transformar este entusiasmo en amor y solidaridad. Él vivía con esta idea, y en ella se inspiró para sus acciones. Fue su deseo que se propagase la conciencia de valorar a cada ser humano como una personalidad libre que puede desarrollar sus capacidades, y que cada persona tiene su propia dignidad, no solo en forma de frases piadosas, sino como resolución y acción con todas sus consecuencias. El éxito económico de Götz Werner demostró que esta idea no era algo ajeno a la vida. Sin embargo, lo que le impulsaba no era el puro beneficio material, sino la voluntad de dar libertad y facilitar el desarrollo de las personas para que pudieran servir mejor a los demás.

Liberarse a sí mismo es una cuestión de coraje, algo que se podía sentir en cada encuentro con Götz Werner. En la conversación no se andaba con rodeos. Decía lo que quería decir, y había que aguantarlo. Al mismo tiempo, su actitud abierta nunca era presuntuosa o autoritaria; más bien, su autoridad era fruto del intento de conocer la verdad en el camino hacia ella junto con el otro. De esta forma, en las conversaciones con él todos estaban en igualdad de condiciones. Tenía una curiosidad incansable de aprender de los demás. Y aprovechaba cada conversación para hacerlo; y es probablemente esta calidez y apertura de corazón lo que se volvía a sentir, en más fina dilución, en el ambiente de las filiales de la cadena dm. Es un detalle interesante que la primera filial de dm abriera en un 28 de agosto, el día del cumpleaños de Goethe. El lema publicitario de la cadena, Götz Werner lo tomó del "Fausto": "Aquí soy humano, aquí puedo comprar", un lema que sigue siendo el mismo hasta hoy – algo que muestra que el lema coincide con la experiencia de la clientela de dm.

Un referente importante del ámbito económico fue para Götz Werner su socio Gottlieb Duttweiler, empresario suizo, político, escritor y fundador del actual líder del sector Migros, una cooperativa en la que se estableció el "Kulturprozent", un compromiso de pagar el uno por ciento del precio de compra para la promoción de la vida cultural espiritual. Para Götz Werner, sin embargo, el descubrimiento de su vida fue Rudolf Steiner. En él encontró una fuente de inspiración y de autoeducación. A raíz de ello también llegó a conocer a Angelika Sandtmann, Karl Martin Dietz, Thomas Kracht y Rudy Vandercruise, del Hardenberg-Institut de Heidelberg. En 1991 los invitó a incorporarse a su empresa, al igual que a muchos otros antropósofos, para trabajar con los empleados en el desarrollo de la fuerza del pensamiento vivo y la acción viva, no sin que antes algunos de los invitados pasaran un año de prácticas en todos los ámbitos de la empresa. Los cursos de formación estaban dirigidos a todo el mundo, desde el jefe de departamento hasta los operarios de almacén.

Alas amplias y raíces profundas

Todo ser humano es capaz de pensar y puede desarrollar esta facultad continuamente. Solo a través de la actividad pensante, puedo entenderme a mí mismo y al mundo. Practicar el intercambio de pensamientos con todos sus colaboradores y empleados, era un motivo básico de la labor de Götz Werner. Un segundo motivo central fue el encuentro con el otro como elemento catalizador para el pensar y actuar en consecuencia. A partir de ahí, desarrolló, con el firme apoyo de K. M. Dietz, el principio de la gestión empresarial dialogada. Por último, un tercer motivo para Götz Werner era la "responsabilidad". Todo el mundo debería tener la posibilidad de tener responsabilidad en su puesto.

Quería que todos tuvieran la posibilidad de decidir y actuar autónomamente, sin depender de las viejas formas de subordinación, y sin ser puros ejecutores de la voluntad de otros. Lo que más le inspiró e hizo que siguiese sus ideales, probablemente fue la experiencia propia del pensamiento vivo en el sentido de la Antroposofía. Incluso en sus vacaciones solía llevar libros de Steiner en la maleta, especialmente la "Filosofía de la Libertad", en la que Rudolf Steiner desarrolla esta fuerza y calidad del pensamiento. El pensamiento es el primer instrumento que nos hace entender la realidad. Las abstracciones, y a menudo también los números, a veces ocultan más de lo que revelan. Fue también por eso que Götz Werner nunca quería defender la renta básica con cálculos de financiación. Lo que le importaba era propagar la gran idea. Decía que las personas ya encontrarían sus propias soluciones. Sin embargo, todo el mundo sabía que él, por supuesto, ya había calculado algunos escenarios. "El que está en contra de algo, encontrará razones; el que quiere conseguir algo, encontrará caminos". Esto fue lo que respondió a las numerosas objeciones de escépticos, siempre con la actitud de un idealista realista, una actitud en la que resuena el inicio de un poema de Novalis: "Cuando los números y cifras dejen de ser la clave para todas las criaturas …".

La fuerza de voluntad y la certeza de que los pensamientos son el inicio para construir la realidad: estas dos cosas hicieron que el espíritu de Götz Werner tuviera amplias alas y profundas raíces, siempre con el trasfondo del ideal de la libertad y autodeterminación del ser humano, y siguiendo la concepción antroposófica del ser humano como ser en devenir. Cuando la voluntad y el pensamiento interactúan de esta manera en el ser humano, se sabe que hay una fuerza que está detrás de la energía volitiva y que da luz al pensamiento; la fuerza del amor.

Una persona de carácter y voluntad naturalmente provoca también desencuentros. En la biografía de Götz Werner, esto ya empezó en el entorno de la escuela y de la casa paterna. Abandonó el instituto antes de pasar a Bachillerato. Después, lo pasó bastante mal en el negocio de su padre porque quería cambiar demasiadas cosas. Su padre lo echó de la casa, cansado de las ideas "locas" de su hijo. Tampoco aguantó mucho tiempo en el trabajo siguiente, pero pronto fundó su propia empresa. Lo que empezó con una sola tienda es ahora una empresa presente en 14 países, con más de 2.000 sucursales. Götz Werner no quería el éxito para él solo; quería que todos participasen de él.

Sus propias acciones las donó a una fundación, "regalando" la empresa a la sociedad. La empresa es como el pensamiento, la experiencia, el aprendizaje, y como la idea de la renta básica: al final de todo, no se puede poseer y guardar nada, sólo se puede compartir. Todo aumenta en la medida que va siendo regalado. Götz Werner fue un pionero en mostrar que esto es así.


Foto: Goetz Werner; fotógrafo: Stefan Pangritz